Sería bueno, muy positivo, poder mirar hacia atrás, cuando el ser humano era el "hombre de Cromagnon", y comenzaba a sentar las bases de lo que sería el hombre tal como lo conocemos hoy.
Ese "pariente lejano", se mecía con cierto temor ante un mundo aún extraño, su cerebro ya estaba bastante lejos de los organismo unicelulares. Pero parece que hace unos días, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, se produjo un retroceso en el avance de la especie. En este caso, la castellanizada palabra "Cromañon", remite a tiempos mucho más oscuros, y a personajes afines a ese terreno tenebroso que parece vislumbrase en el horizonte.
Nunca tuve la oportunidad, por motivos geográficos, de votar a Aníbal Ibarra, aunque confieso que no lo hubiera hecho, y creo que tampoco lo haría si en el futuro tuviera la posibilidad. No me ha gustado nunca su estilo político, ni la forma en que establece sus posiciones ante la sociedad.
Dejando claro este último punto, me provoca espanto la forma en que se lo lleva a juicio político, sin desentenderme de las responsabilidades, que desde mi punto de vista las tiene, en lo que ocurrió en la discoteca Cromañon (incendio en el que murieron ciento noventa y cuatro personas, en su mayoría jóvenes). Su culpa es indirecta, sería estúpido culparlo de ser el principal responsable, es tan responsable como todos los legisladores de la Ciudad de Buenos Aires, al menos aquellos que no se molestaron en pedir informes, o en investigar por su cuenta, las conocidas irregularidades que existían en la habilitación de locales bailables, y otro tipo de centros de diversión.
Aquí hay un "espiral", que nos lleva de un extremo a otro, de una extensa cadena de errores, corrupción, y vaya uno a saber que otras cosas, de las que tal vez nunca nos enteraremos.
Pero el camino fácil, construido por la derecha más reaccionaria (con Mauricio Macri a la cabeza), y pavimentado con la ayuda de sectores aparentemente enfrentados, el ARI de Elisa Carrió y sectores del Kirchnerismo, entre otros, al que los familiares de las víctimas de Cromañon se sumaron, como una triste comparsa. En las presentaciones, que cada legislador hizo en la audiencia pública en la Legislatura, era evidente la intención de utilizar la ocasión para expresar sentimientos que poco tenían que ver, ya ni siquiera con aclarar que ocurrió en Cromañon, pues tampoco mostrar un mínimo respeto por los que murieron, que para muchos de estos legisladores sólo son parte del "púlpito" sobre el que subir un escalón más hacia el poder, un poder chato y mediocre.
En la intimidad, creo que debemos confesar que resultará difícil que todos realmente paguen sus culpas. Lo siento por aquellos que murieron, por sus familias, pero ese parece ser el camino que se ha abierto, aunque en realidad, es una ruta falsa, no los lleva a ninguna parte.
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