Leo una y otra vez sobre la supuesta muerte de David Lynch, algo que aún no puedo comprobar, ni por verdad ni por mentira.
Lo que si puedo observar es una impresionante maratón de homenajes y tributos de todos los tamaños y colores, algo que si en vida hubiese recibido, bueno, que puedo decir, hubiese sido más famoso que Jesús.
No voy a sumar nuevos videos, ni enlaces a textos, ni la voz entrañable de David, siempre suave y sabia, hablando de una cuestión interesante tras otra, conmoviendo audiencias, grandes y pequeñas, generalmente no demasiado grandes, pero todos con oídos, ojos, pero especialmente el alma y el corazón abiertos a pleno.
Hay algo mucho más importante que sus películas, sus series, su música, su pintura, algo que va atravesando con cariño cada retazo de su arte, y de su vida que es su arte, son sus sueños, su creatividad inagotable.
Tal vez sea ese el motivo, diría que hasta inconsciente, de los homenajes desaforados, rescatar la creatividad en tiempos tan poco creativos, tan oscuros.
No es que el mundo haya sido mejor en el pasado, nos venimos pegando con garrotes en las cabezas desde las cavernas, y no se ve ni de lejos la posibilidad de guardar las hachas de guerra.
Por eso que el soñador, el creativo supremo, abandone la escena, se esconda de nuestra vista, nos produce una angustia muy difícil de digerir.
David es siempre convocante, al mejor estilo de Montag, el personaje que esconde y memoriza libros en "Fahrenheit 451" de Ray Bradbury.
Una convocatoria a soñar, a crear, a tener ideas. ¡¡¡Tener ideas!!!
Algo que hoy en idea parece enterrado y olvidado, excepto por pequeños ghettos socio culturales, que insisten en soñar, en ser tan atrevidos para crear algo diferente.
David es diferente, siempre lo fue, y no puedo dejar de lado lo primero que comenté a mis amistades hace unos días, y es que David fue capaz de aparecer y dar una buena patada en las pelotas, cuando todos estaban demasiado cómodos.
No voy a dedicarme a investigar su misterioso escape, él tendrá sus motivos, no pienso discutir con mi amigo David Lynch en momentos como estos.
Me abrazo a sus sueños y a su creatividad, que también son parte de mis sueños y mi creatividad.
Hay siempre un infinito ida y vuelta en el buen arte, el arte que mira más el alma y el corazón que medir audiencias.
Así estamos entonces, despiertos, a veces soñando, otras creando, en sueños o no, creyendo estar vivos, o vaya una a saber.
Cultura (música, cine, literatura, pintura, y más allá), publicidad / marketing, política.
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Culture (music, movies, literature, painting, and beyond), advertising / marketing, politics.
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