Lamentablemente los buenos deseos no sirvieron esta vez, en la madrugada falleció Eduardo Haro Tecglen. Hace unos días había ingresado en un hospital de Madrid, después de sufrir un ataque cardíaco, el ingreso se producía en estado de coma, que no pudo revertirse.Ahora comenzará el aluvión de "elogios póstumos", sin duda algunos serán sentidos, como el que pública el diario El País de España, escrito por Fernando de Luis - Orueta.
Para mi, en este momento, profundamente entristecido por la noticia, el recuerdo de maravillosos momentos, como la lectura de su libro "¡Qué estafa! : memorias y notas de un tiempo difícil", editado hace unos años por El País / Aguilar.
Por supuesto, como dije hace unos días, también tengo mi "colección personal" de sus artículos, los que nunca he dejado de releer, pues siempre hay algo nuevo que descubrir en ellos.
Eduardo Haro Tecglen deja un enorme hueco, cualquiera que lea uno de sus trabajos, columnas de opinión o críticas teatrales, podrá disfrutar aún más allá del tema tratado.
Militante republicano hasta su muerte, fiel a sus ideas y conceptos, una rareza en estos días del "periodismo basura", es muy duro enfrentarse a la idea de no tenerlo más.
Allí, detrás de su escritorio, en su silla vacía, queda el espíritu de un hombre, y un tiempo, que prometo no olvidar jamás.
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