Mi respuesta es no. Claro, todo tiene sus matices, y trataré de explicar un poco a que se debe mi preocupación.
En estos días, gracias al incesante bombardeo de los medios, han convertido el intento por saltar las alambradas en la frontera de Ceuta y Melilla en la noticia del año. No creo que el gobierno actual de España (socialista) esté haciendo las cosas bien, pero veo como esos medios, a los que en la frase anterior se me olvidó calificar como "alimentados con cariño" por la derecha española, hoy en día en su resistido papel de oposición, sepultan los hechos con la "noticia".
En América sabemos bastante de inmigración, el avance de la europea, primero a base de conquista y avasallamiento de las poblaciones nativas, y más tarde, especialmente a comienzos del siglo veinte, escapando del hambre de una Europa camino a las guerras mundiales, han forjado una América claramente construida por la inmigración.
¿Acaso los europeos no ven en esas caras asustadas, en esos cuerpos débiles, el reflejo de su propio pasado?
¿Será por eso tal vez, qué tanto les temen?
Como decía anteriormente el gobierno español se equivoca, hacer más alta la barrera, militarizar la zona, de poco sirve. Tibiamente tratan de encarar un diálogo, con Marruecos, con otros países africanos. Puede que se sientan solos, es que la solución del problema humanitario que se plantea no depende ni siquiera de esas voluntades.
Europa condena a España a ser algo así como la policía de la región, y España no puede aceptar ese papel, no debe hacerlo bajo ningún punto de vista, tampoco Italia, otro país con una importante afluencia de inmigración africana.
Africa es una de las grandes contradicciones de este tiempo, un tiempo que ya nos deposita en un siglo veintiuno no muy diferente del anterior, reiterando una y otra vez el desprecio por la vida de millones de personas en ese continente.
El trabajo que hacen las ONGs en la zona es notable, pero se ven superadas por una realidad que se agrava día tras día. Nunca faltan los que suman, restan en realidad, acosando con sus agresiones racistas, explotando a los pobres que consiguen pasar y quedarse en suelo europeo.
No creo que la solución pase por una utopía, las soluciones son concretas, pasan en su mayor parte por el dinero.
Occidente disfrutando de las dictaduras africanas, al menos en varios países de ese continente, mientras la explotación de sus riquezas viaja muy lejos, y las migajas quedan en las manos de siempre. Es difícil, con una estructura de Naciones Unidas funcionando de manera tan servil a los poderosos, y sus diferentes negociados, visualizar una salida. La Comunidad Europea tampoco colabora mucho más, atravesada por sus propias dificultades y diferencias internas.
Tal vez la respuesta está más cerca de la presión de la gente común sobre sus líderes (políticos, sindicales, empresariales, religiosos), exigiendo otras políticas, otra mirada.
Cada persona que trata de saltar, cada persona que se queda del otro lado, es tan sólo eso, una persona. Igual, absolutamente igual a nosotros.
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