No soy tan tonto como para creer de forma absoluta en el título de este artículo. Es decir, dudo que los desastres de la naturaleza elijan entre ricos o pobres, los que hacen la elección son los mismos humanos, poniendo a un lado a unos, como las imágenes de los inmigrantes que estos días atraviesan el desierto, esposados, vaya a saber uno el destino de esa gente.
Las caras del sur de los Estados Unidos, en el momento más difícil del paso del huracán Katrina, no son a mis ojos diferentes a las que más tarde se vieron en Guatemala o El Salvador, afectados por el huracán Stan, o en estos días en el terrible terremoto que se produjo en Pakistán (lamentablemente hace unas horas se produjo una replica de gran intensidad). La desesperación excede la tragedia del fenómeno meteorológico, o geológico, esas caras expresan algo más, es un desamparo tan profundo, y tan enquistado en diferentes sociedades a través del mundo, que uno siente, junto a mucha otra gente, una tremenda impotencia, como si ciertas cosas nunca fueran a modificarse.
Algunas veces (bueno, muchas veces...) los medios masivos de comunicación parecen burlarse de estas situaciones, como por ejemplo transmitir la sensación que los tsunamis, que hace no tan poco tiempo, barrieron el Sudeste Asiático, sólo afectaron a un grupo de turistas extranjeros, como si nadie mereciera en esas tierras una mayor consideración.
Por supuesto lamento mucho la perdida de vidas, tanto de los que hacían turismo, como de los habitantes del lugar, pero pocos hablan hoy de lo que ocurrió luego de los tsunamis, simplemente esa gente sigue viviendo igual, o peor, que como vivía antes.
La pobreza desnuda al ser humano, lo deja absolutamente desprotegido. Hace unos años, en un maravilloso documental que la BBC realizó sobre el cineasta Luis Buñuel, se repetía una frase que me parece muy interesante: "No es que los ricos sean mejores o peores que los pobres, es que los pobres tienen menos elementos para defenderse". Tal vez la frase no sea exactamente así, pero sin duda creo que se entiende el concepto de la misma.
Lo que uno debería intentar, por arriba de las Naciones Unidas, de los gobiernos, de las dirigencias de todo tipo, es generar un debate, una discusión para desarrollar sistemas muy veloces para reaccionar ante las injusticias. Las ONGs hacen un buen trabajo en todo el mundo, tampoco quiero poner en la misma "bolsa" a todas las fuerzas políticas, sindicales o sociales, sólo viendo lo negativo en ellas. Pero insisto en un debate, y no hablo de una larga y extensa charla poco productiva. Es decir, lo ideal sería no imitar a las Naciones Unidas, o las cumbres de grupos como el G8, G7, y otros por el estilo, en donde uno se pregunta por el motivo de las sonrisas y risas, histéricas diría, de los participantes.
Cada sociedad se conoce a si misma, si no es así, no serán sólo los pobres las víctimas de los tiempos por venir.
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