La semana pasada murió Robin Cook, quien fuera ministro de relaciones exteriores del gobierno de Tony Blair, al menos lo fue hasta que Blair decidió unirse a la invasión a Irak (tomar adecuada nota de la palabra "invasión" , no "guerra").
En estos días, es difícil ver a la "clase dirigente" de este mundo (no me limito a los políticos, eso sería torpe y cobarde, quiero mirar más allá, remarcando "clase dirigente") tomar actitudes, ya no digo nobles, al menos honestas, pero por un momento, en esa lejana isla llamada Inglaterra, alguien pareció querer dar un paso hacia el lado correcto.
Robin Cook consideró que era un error invadir Irak, que no había motivos para hacerlo, había que dejar actuar los mecanismos de los que el pueblo de ese país estaba provisto, y en el peor de los casos, ver si algo podían hacer las Naciones Unidas, esto último era más difícil, Naciones Unidas ha demostrado ser un organismo que se amolda a las necesidades y voluntades de los países más poderosos.
Al no poder evitar el desastre, Robin Cook consideró que lo mejor era renunciar a su cargo, y ya desde el parlamento, o a través de los medios de comunicación, confirmar su posición y luchar contra los errores del gobierno (mejor digamos "horrores" del gobierno).
No hablamos aquí de una revolución, de encender el ventilador y despotricar insensatamente, estamos frente a un ciudadano, que desde dentro del poder, consideró que ya no disponía de elementos para continuar su lucha, y se convertía en cómplice de un plan verdaderamente siniestro.
Era hora de cambiar de trinchera, y así lo hizo.
Es extraño ver en los mensajes que le rinden tributo, publicados en una sección del website de la BBC, gente de todos los sitios, Sudamérica, Medio Oriente, Asia, Escocia, Inglaterra, Irlanda, inclusive comentarios de sus "enemigos" políticos, todos reconociendo que la pérdida no es poca, y que el hueco que queda es grande.
No quiero idealizar, pensar que Robin Cook era algún tipo de "ángel vengador" del laborismo inglés, tendría sus buenas y malas, como cualquiera de nosotros. Tampoco pensar que tan sólo sus palabras hubieran detenido la invasión a Irak. Lo que siento, además de la pérdida de un ser humano, al que considero valioso, es que hay poco balance en este torpe universo.
¿Por qué? Hoy puedo ver la foto de Pinochet en los diarios, paseando por el mundo, y Robin Cook...
Robin Cook ya no está...
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